Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

domingo, 12 de abril de 2009

Reflexión: Mc 16,1-7

Mc 16,1-7

Tal como debía suceder, fueron a su tumba y no lo encontraron. Hasta ese momento todo era desolación entre los discípulos. Podemos imaginarlos sumamente deprimidos, preguntándose seguramente qué podrían haber hecho y tratando de olvidar todo aquello que Jesús les había dicho tantas veces sobre su resurrección. Jesús estaba muerto y no había nada que hacer. Habían muchos misterios en su vida…Las cosas que había hecho fueron realmente asombrosas…Pero ¿quién podía contra la muerte? Todo parecía un capítulo cerrado. Una experiencia extraordinaria, ciertamente, como la del Mar Rojo o el Maná del Cielo, que habría de recordarse por siglos, pero que allí había terminado.

Todavía seguían especulando, seguramente, sobre quién había retirado de su tumba el cuerpo de Jesús. Pero este joven con túnica blanca viene a inquietarlos con unas palabras que todavía les costaba entender. No podían creerlo…¿Quién era este joven? Y, qué es eso de “que Él irá antes que vosotras a Galilea; allí lo veréis, como Él os lo había dicho”.

El corazón debió saltárseles hasta la boca. Estaban en presencia de algo extraordinario. Algo que no había pasado antes, ni volvería a pasar jamás. Su intuición se lo venía diciendo…No podía ser otra cosa. ¿Será que Resucitó?

Este es el gran misterio que confirma nuestra fe. Jesús, Hijo del Padre, salió triunfante sobre la muerte, tal como tantas veces antes lo había dicho. No hablaba en sentido figurado; no había que hacer interpretaciones al respecto. Sólo había que creerle. Y creerle todo. Seguirlo hasta el fin. El Camino estaba trazado. Las puertas del Cielo se abrieron también para nosotros. Dios nos espera con los brazos abiertos. Él, que nos amó primero, nos ha perdonado. La vida y la muerte ahora tienen sentido.


Oremos:

Padre Santo, te bendecimos y adoramos, que por tu inmensa Gracia quisiste que tu Hijo bien amado fuera entregado, muerto y sepultado para el perdón de todos nuestros pecados, y que resucitara redimiéndonos de toda culpa y ganando para nosotros un lugar a tu lado.



Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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