Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

domingo, 19 de abril de 2009

Reflexión: Jn 20,19-31

Jn 20,19-31

Todos estos versículos finales de los evangelios están marcados por el desconcierto y depresión en que cayeron los discípulos de Jesús, tras su muerte en la cruz. Lo ocurrido los llevó a caer en la incredulidad. Uno tras otro se suceden estos episodios en que manifiestan su incertidumbre. No llegaban a entender lo que había ocurrido, de lo cual ellos había sido testigos de excepción.

Jesús tiene que hacerles notar una y otra vez que era Él, y que todo había ocurrido conforme se había dicho en las escrituras y conforme él mismo se los había comunicado. Estaban en shock, anonadados, obnubilados. Necesitaban que alguien viniera y los sacara del estado de ensimismamiento, de enclaustramiento en el que habían caído. Esta fuerza sería, finalmente, la del Espíritu Santo.

Como que todos estaban a la espera de esta gran confirmación. Tomás es el más elocuente al respecto. Es que ellos habían esperado un Rey a nuestro estilo, un rey de este mundo, que derrotara militarmente a los romanos y que usando de todo su poder les diera una lección a quienes osaran amenazarlo, no digamos crucificarlo.

Pero nada en esta historia se hizo a nuestro modo. Y si leemos estos acontecimientos con ayuda del Espíritu Santo, tal vez lleguemos a comprender que fue mejor así. Que este fue el Plan que ideo Dios mismo para salvarnos, y que solo así sería posible derrotar al pecado y a la muerte, nuestros más grandes enemigos. Y una vez trazado el Camino por Jesús, solo cabe esperar que todos lo transitemos libremente, propagando entre nuestros hermanos el secreto.

Si habremos de salvarnos será acogiendo LIBREMENTE el Camino y la Palabra del Señor. Dios, que es nuestro Padre, envió a Su Hijo amado a enseñarnos el Camino. Nadie nos obliga. Así, la condenación o la salvación están en nuestras manos. El Camino es el Amor. Esta es la Verdad que todos nuestros hermanos deben conocer. Y los que la conocemos, tenemos la OBLIGACIÓN de propalarla, de hacerla conocer a los demás. ¿Cómo? Mediante el ejemplo, en cada instante, cada segundo de nuestras vidas. Así seremos dignos de alcanzar Sus Promesas.


Oremos:

Señor danos la fortaleza para perseverar siempre en el amor, más allá y por sobre todas las cosas. No permitas que flaqueemos, que dudemos, ni retrocedamos. Y si en algún momento caemos, danos el valor para reconocerlo, levantarnos y volver por el Camino.


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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