Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

martes, 14 de abril de 2009

Reflexión: Jn 20,11-18

Jn 20,11-18

Esta vez nos encontramos ante el encuentro de una desconcertada María Magdalena con Jesús Resucitado, narrado por Juan. Me llama la atención como a veces no queremos ver lo evidente. Nuestra incredulidad nos ciega. No me explico de qué otro modo María pregunta a los ángeles por Jesús y no se da cuenta que son ángeles, y que por lo tanto estaba en presencia de algo extraordinario. Incluso inicialmente tampoco es capaz de ver a Jesús. Es solo una vez que Jesús habla por segunda vez diciendo el nombre de María, que recién ella cae en cuenta que hablaba con el mismo Jesús.

Nos desconcertamos, no lo podemos creer. Eso nos pasa ante semejante honor. ¿Quién somos nosotros para que Jesús muera por nosotros? ¿Quién para que resucite y venga y nos llame por nuestro nombre? Y sin embargo Jesús a muerto y resucitado por nosotros, sellando definitivamente la alianza con nuestro Padre. Por eso dice: “vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios”.

Las palabras del Señor tienen definitivamente otro acento. Estamos frente al Cristo Resucitado. Todo ha cambiado. Se ha inaugurado una nueva etapa. El Universo es otro. Hemos sido definitivamente, eternamente Reconciliados con nuestro Padre. Jesús ha sido el puente. Jesús nos ha rescatado. Jesús ha ganado para nosotros un espacio a su lado, como sus Hermanos. Nos ha convertido den Herederos del Reino.

¿Por qué? ¿Qué merecimiento hemos hecho? ¿Cuál de nuestras acciones o actitudes a valido tal distinción, tal sacrificio, tal premio? ¡Ninguna! ¡Esa es la más grande lección, que no alcanzamos a comprender, que nos resistimos a entender, a aceptar! Todo ha sido hecho por Amor. Así de simple. Él nos ha amado primero, antes que abriéramos la boca, antes que existiéramos…Él nos amó desde siempre, y quiere que nos reunamos con él. Eso es lo que Él quiere, eso es lo que Él nos propone..Y, tú ¿qué quieres?


Oremos:

Señor mío Jesucristo, gracias por tanto amor. Gracias por todo lo que me haz querido dar. Gracias por todo. Soy indigno de tanto, sin embargo, con tu ayuda puedo tratar de alcanzar algún merecimiento…puedo tratar de llevar una vida más justa, más comprometida con mis hermanos, para que ellos te conozcan y gocen de la misma alegría que tu ahora me das a conocer. Una palabra tuya bastará para salvarme.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

No hay comentarios:

Reflexiones de HOY