Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

viernes, 10 de abril de 2009

Reflexión: Jn 18,1—19,42

Jn 18,1—19,42

Todo ocurre conforme estaba escrito, hasta el último suspiro. De nada se retracta y muere sólo y abandonado por todos. Luego de haberlo visto tantas veces antes escabulléndose, evadiendo a cuantos quería atraparle y ajusticiarlo, llegada la hora, está ahí, cargando con su cruz, hasta la muerte.

¿Qué fue de todos los que había curado? ¿Qué de todos cuanto le habían oído y creído? ¿Qué fue de las muchedumbres que le seguían? ¡Hasta Pedro, el discípulo al que tantas veces antes había distinguido Jesús, el que tantas veces había proclamado que lo seguiría a donde fuera, hasta él lo abandono…! ¡No sólo lo abandono, sino que incluso lo negó!

Entre sus discípulos, entre sus más allegado estuvo el que lo traicionó. ¿Qué ocurrió? ¿Cómo fue que todos cambiaron hasta el extremo de mostrar tal grado de desamor e indiferencia, cuando no odio? Razonablemente no lo puedo explicar. Tal vez todos se acobardaron como nos sucede tantas veces, cuando sentimos que llevamos las de perder. O quizás se cansaron de esperar una respuesta enérgica, fulminante de Jesús. Si había mostrado tanto poder sobre las enfermedades, sobre las fuerzas naturales, incluso sobre la muerte…¿por qué no vencía a sus enemigos o se libraba de ellos? ¿Bastaría con un chasquido de sus dedos para vencerlos y atraería a todo el mundo tras Él de nuevo y quizás con más fuerza, pues se habría impuesto finalmente como el Rey de los Judíos que todos esperaban, aquél que los libraría de la opresión Romana.

Pero no. Jesús desconcierta a todos. A Judas, que termina por entregarlo; a Pedro que lo niega tres veces; al pueblo que pide que lo crucifique; a Pilatos, que no encuentra culpa en él…

Es que Jesús es el Rey de un Reino que no es de este mundo y en el que sin embargo todos estamos invitados a participar.


Oremos:

Señor, no soy digno que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.



Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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