Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

jueves, 2 de abril de 2009

Reflexión: Jn 8,51-59

Jn 8,51-59

“Yo soy”, es la más grande revelación hecha por Jesús, sin embargo los judíos y sacerdotes, así como muchas veces nosotros, no son capaces de ver. Jesús, en muchos de los evangelios de estos días está como tratando de atar cabos, haciéndonos notar la relación entre las escrituras proféticas y todo el Antiguo Testamento, con Él. Es de Él de quien se habla, es a Él a quien se esperaba, pero los judíos, a pesar de todo lo que habían visto, no estaban dispuestos a creerle. Así tendría que ser para que se cumpla hasta la última coma, pero como todavía no había llegado la hora, se escabulle.

“En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás”, es el centro de la prédica de hoy. Guardar su Palabra, hacer lo que el nos dice, seguir el Camino, ponernos en la luz, actuar con transparencia y con verdad. No andar con hipocresías, con engaños y con mentiras, que inescrupulosamente sacamos, como ases bajo la manga, sólo para lograr lo que queremos, lo que nos gusta, lo que nos acomoda, lo que nos conviene.

No encanta el poder y por él, hacemos cualquier cosa. Manipulamos los sentimientos, sembramos rencores, promovemos animadversiones y maledicencias, jugamos con la credulidad de los ingenuos, de los honestos, de los limpios y también, porque no, de los no tan limpios, que son capaces de maliciar como nosotros y encontrar maldad y razones torcidas en todo.

Somos afectos a los rumores, a las bolas y damos curso a todo, con tal de saborear las palabras que ofenden y maltratan a los demás. ¿Eso ha dicho? ¿Eso ha hecho? Prestamos oídos a todo y malgastamos nuestro tiempo en conversaciones vanas.

¡Aprendamos de Jesús! Él nos enseña a ser prudentes, recatados y no andar perdiendo el tiempo en tonterías. Todo nuestro tiempo, nuestra vida, alma y corazón debe estar dedicada a cumplir su Palabra, a hacer su Voluntad, a cumplir nuestra Misión. Desde que nos levantamos, hasta que nos acostamos. ¡Todo el tiempo! No hay lugar ni momento en nuestras vidas que no podamos y debamos bendecir al Señor. ¡Escojamos este Camino!


Oremos:

Señor te agradezco por la oportunidad que me das hoy de servirte nuevamente. Ayúdame a serte fiel a cada instante, todo el tiempo, con cada pensamiento, con cada gesto, con cada palabra. Que vivas Tú en mi. Que cumpla Tú Palabra y que ella brote de mi boca y en cada uno de mis actos.

¡Hazme santo! No soy digno, pero una palabra tuya bastará.


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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