Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

domingo, 8 de marzo de 2009

Reflexión: Mc 9,2-10

Estos son algunos de los prodigio de los que fueron testigos los discípulos más cercanos de Jesús, seguramente sus más íntimos, sus “preferidos”, aquellos a los que podía mostrarles estas cosas en espera que las comprendieran, pues tenían una cierta sintonía especial con Él. Quedaron realmente pasmados, estupefactos…Vieron y presenciaron un encuentro insólito. Elías y Moisés conversaban con Jesús. ¿Cómo podía ser? ¿Dónde estaban? Ambos habían vivido varios siglos antes de Jesús y con cientos de años de diferencia entre uno y otro. ¿Qué estaba pasando? Era realmente algo asombroso lo que estaban presenciando. Por eso no atinaban a decir nada. “Estaban asustados”.

Es que realmente era impactante lo que estaban presenciando. No lo podían comprender…Si nos trasladamos mentalmente a la escena y lo pensamos un poco, tampoco lo podríamos comprender ¿no es verdad? Se trata de hechos reservados para unos pocos, que sólo pueden ser comprendidos desde la fe. Luego fueron envueltos por una nube y escucharon nada menos que la voz de Dios Padre diciendo: «Este es mi Hijo amado, escuchadle».

Era como para perder el habla, para quedar petrificado, helado y balbucear cualquier cosa. Fue seguramente un encuentro extraordinario que marco las vidas de estos discípulos. Seguro que no lo pudieron olvidar jamás.

Y sin embargo, cuando bajan Jesús les “ordena” que no contaran lo que habían visto hasta que Resucitara. ¿Por qué? ¿No sería lo primero que quisieran contar a todos, lo primero que quisieran salir corriendo a proclamar, a gritar a todos? ¿No sería lo primero que cualquiera de nosotros hubiera querido hacer, i r a contar a todos los que acabábamos de presenciar?

Pero Jesús ORDENA ocultarlo hasta después que resucite. ¿Por qué?

Ensayo la siguiente explicación: Jesús no quería convencer a nadie por los hechos prodigiosos (a nuestros ojos) que como Dios podía realizar. Usar el poder de Dios para cambiarnos no era su prédica. El quería y quiere que libremente nos adhiramos al camino del amor que con su vida, muerte y resurrección nos propone.

No se trata de ganarnos por el asombro. Se trata de dejarnos cautivar por el amor. . Se trata de preferir el bien, de escoger el camino recto. Se trata de amar.


Oremos:

Pidamos al Señor que nos ayude a comprender su presencia milagrosa cada día en nuestras vidas. Pues así como hizo con Pedro y Juan, a cada rato nos da muestras que por sí solas bastarían para que creamos y lo sigamos, sin embargo, muy rápidamente las olvidamos, y luego de muy poco tiempo hasta las vemos con la naturalidad de un hecho corriente.

Danos fe, Señor, para seguirte fielmente y convertirnos en multiplicadores eficaces de tu Palabra.



Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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