Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

viernes, 20 de marzo de 2009

Reflexión: Mc 12,28b-34


Jesús nos presenta el gran resumen de su predicación. No hay más. Es así de simple y sencillo. El problema es que no estamos dispuestos a verlo o no queremos aceptarlo y entonces empezamos a crear argumentaciones que sólo obstaculizan el entendimiento, destinadas a justificar todo aquello que en realidad nos aleja del evangelio.

No estamos dispuestos a sacrificar, a incomodarnos, a dejar todo lo que “atesoramos”, todo lo que nos distingue y nos pone sobre los demás, todo lo que nos da poder y sirve para que los más humildes nos rindan honores. Hacemos de la vida una incógnita indescifrable, solo apta para eruditos , poderosos o ricos, y pretendemos ocultar a la verdad tras estos disfraces.

Así, sólo si sabes mucho puedes alcanzar el respeto de los demás, incluyendo ricos y poderosos, entonces debes hacer de tu vida una carrera sin fin por devorar todo conocimiento y hacer gala de él en cuanta ocasión se presenta, de este modo logras admiración y con ello la narcótica fama.

Si tienes riquezas, puedes comprar todos los títulos y todo aquello que te ayude a hacer ostentación, sin necesidad de sabiduría alguna. Todos te respetarán y admirarán por lo que tienes y los que no, puedes apagarlos, desaparecerlos, rodeándote tan solo de admiradores, aunque sea pagados.

Finalmente, el que tiene poder, no necesita ninguno de los otros dos, pues obtiene el respeto imponiéndose, trabando, enredando, poniendo exigencias tan pesadas, que todos le imploren piedad, compasión, justicia. De este modo alcanza popularidad y fama, pues solo con un chasquido de sus dedos es capaz de obtener aplausos y reconocimientos de los más débiles, de los que son oprimidos, de los que sufren y esto le llena de satisfacción, lo envanece, lo lleva al delirio.

Todo esto, riqueza, poder, “sabiduría”, fama, nos impiden ver el sencillo mandato del Señor, que tenemos toda una vida para ponerlo en práctica y de este modo alcanzar el Reino, dando el Verdadero y Único sentido a nuestras vidas: Amar a Dios con todo lo que somos y a nuestro prójimo como a nosotros mismos


Oremos:

Dame fuerza, valor, lucidez, para pasar mi vida amando a mis hermanos. No me dejes caer en la tentación.

Hazme puro, sencillo, humilde, para estar siempre más dispuesto a dar, a servir que a pedir privilegios y posiciones.

Que no busque la fama, el poder, la “sabiduría” o la riqueza, antes bien que me ponga a tu servicio siempre.


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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