Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

domingo, 22 de marzo de 2009

Reflexión: Jn 3,14-21

Jn 3,14-21

El Señor es exigente. Para andar tras Él, para seguirlo hay que ser capaz de caminar en la luz y a no ser que seamos inconscientes o sin vergüenzas, difícilmente seremos capaces de mostrarnos totalmente desnudos al mundo entero. Quizás habrá quienes lleguen a mostrar su cuerpo, pero ¿cuántos seríamos capaces de mostrar nuestra alma en una función pública, en la que estuvieran invitados, por ejemplo nuestra esposa o esposo, nuestros padres, hermanos, hijos… nuestros compañeros de trabajo? Seguramente no muchos. Yo ciertamente no.

Allí está el juicio dice el Señor. Es decir que por mi vergüenza, por mi incapacidad de andar expuesto a la luz, me escondo en las sombras. ¿Quién nos ha juzgado primero, sino nosotros mismos? Y, en vez de enmendarnos, de limpiarnos, de obrar con transparencia preferimos seguir con nuestros enredos, con nuestras dos caras, con nuestra ambivalencia.

¡Dejémonos de estupideces! ¡Seamos francos, sinceros, abiertos, transparentes, como niños! ¡Basta de gestos, de fruncir el ceño, de falsas posturas, de pretensiones! ¡Seamos sencillos y humildes! No tenemos que ser el centro, los protagonistas sin cuya intervención nada ocurre o todo se hace mal. Confiemos en nuestros hermanos y ante todo en la Providencia Divina. ¡Pongámonos en manos de Dios! y enfrentemos confiados cada día de nuestras vidas, sabiendo que quien en Dios confía nada puede temer y tendremos todo cuanto necesitamos para andar por el Camino de Luz hasta alcanzar la Vida Eterna y ver a Dios. ¡Qué mejor destino!

Si tan sólo llegáramos a comprender o imaginar la inmensa alegría de aquel que es capaz de caminar en la luz, entenderíamos el valor inconmensurable del Sacramento de la Reconciliación, del Perdón. Lo que para ningún hombre sería posible, Dios quiso obsequiarlo a la humanidad entera, a todo aquél que libremente quisiera tomarlo. El Perdón de todos nuestros pecados es posible gracias al sacramento de la Confesión. El Señor ha querido bendecirnos aliviando nuestras penas, purificando nuestras almas y librándonos de toda culpa, para que así, “libres de equipaje”, podamos seguirlo, como plumas al viento.

Gracias Señor por tan inmerecida gracia.


Oremos:

Señor, perdóname todos mis pecados, lávame, límpiame, purifícame. Sé que no merezco la gracia que generosamente has querido obsequiarme. Por ello te pido que me perdones y no permitas que vuelva a caer en pecado, te lo pido por intercesión de la Santa Virgen María, tu Madre y de todos los Santos, que habiéndote encontrado han sabido aquilatarte como el más preciado tesoro y me han enseñado a quererte así.

Señor, no permitas que como un necio vuelva a caer, que me deje llevar, que me deje arrastrar. “¡Qué bien se está aquí!” No permitas que me pierda, que me aleje, que te deje, por el contrario acércame más, más y más…¡Quiero andar por tu Camino!

Déjame decirte junto con Santa Teresa: “quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta”.


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

No hay comentarios:

Reflexiones de HOY