Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

jueves, 12 de marzo de 2009

Reflexión: Lc 16,19-31


Una lectura realmente conmovedora…Diría que terrible. Tenemos nuestra oportunidad de creer en el evangelio y cambiar, y convertirnos: “conviértete y cree en el evangelio” nos dijeron el miércoles de ceniza. Eso lo tenemos que hacer ahora, en vida, ahora que tenemos la oportunidad. Después será demasiado tarde.

El pasaje que leemos es bien duro y triste. El hombre rico, cuyo nombre ni sabemos, se perdió, cegado por su indiferencia. Seguramente miraba por sobre el hombro a todos y jamás inclinaba si quiera un poco su vista al suelo, de otro modo hubiera visto a Lázaro. En cambio este último, al que incluso los perro lamían sus llagas y que se hubiera contentado con las sobras que caían de la mesa del rico, pudo registrar su nombre entre los escogidos y luego de una vida de sufrimiento y males, le tocó gozar del bien, de la vida eterna.

Hoy el mundo se debate en una crisis tremenda, de la que sólo estamos viendo el comienzo. Los ricos con su sistema económico, organizado solamente para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, intenta salvarse de la pérdida de parte de sus riquezas y para ello toman medidas que sólo darán por resultado pérdida de empleo, de poder adquisitivo, incrementando el número de pobres y profundizando la pobreza misma.

¿Por qué no se preguntan si no ha llegado la hora de dejar de acumular y en vez de ello empiezan a repartir lo que tienen con los que fueron menos favorecidos? Es que su idolatría es tan grande que jamás se desprenderán realmente de lo que les importa, con las justas si dejan caer algunas migajas. Si los ricos del mundo quisieran, hace rato hubieran solucionado el problema del hambre y la pobreza en la Tierra. Si en vez de gastar inmensas fortunas en guerras insulsas, criminales y abusivas, destinadas a enriquecerlos más, hubieran oído el clamor de los pueblos y hubieran repartido algo de lo que poseen, no estaríamos ante tan grave crisis, ni habría tanta miseria.

Algún día, quizás se den cuenta. Pero quizás entonces sea demasiado tarde. De allí la urgencia de evangelizar. Todos hemos sido llamado, aunque no todos entraremos…Es nuestro deber proclamar que hemos encontrado la mayor riqueza a la que el hombre puede aspirar…¡El amor!


Oremos:

Señor, haznos comprender la urgencia de tus palabras y que nos pongamos manos a la obra ¡ya!, llevando la esperanza y la necesidad de cambio a todos nuestros hermanos, pero especialmente a los que más tienen, para que alivien en algo la pobreza de los miserables, ahora que pueden hacerlo.

Aparta de nosotros toda ambición, toda mezquindad, toda soberbia y avaricia. Haznos generosos y nobles.



Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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