Como dice aquél refrán, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. La duda ya se había apoderado de sacerdotes y fariseos. Así tenía que ser, para que se cumplieran las escrituras. Se acerca el día en que habrán de crucificarle.
Los evangelios se han encargado ya de aclararnos que Jesús procede de David, porque el mismo lo ha dicho a cuantos han querido escucharle, y no ha dicho nada distinto a lo que ya estaba anunciado en el Antiguo Testamento. Pero ni sacerdotes, ni fariseos se han dejado conmover. Es que este Cristo es incómodo. Llega a través de los pobres y humildes y no a través de ellos que representan la autoridad, el poder. Ellos que constituyen la “aristocracia” dentro de su sociedad, que son los que gozan de prestigio, de una buena posición económica.
¿Por qué este Jesús no viene con su trono y corona por donde según sacerdotes y fariseos corresponde? ¿Por qué no ha ido a buscar y convencer a ellos primero? Eso es lo que les molesta…¿Cómo puede venir de esta “chusma” el salvador?
Y es que el que mucho tiene, el instalado, defiende las estructuras, el estatus quo, porque le conviene que las cosas permanezcan así, porque de este modo mantiene sus privilegios. Es el egoísmo y la comodidad del que más tiene, del que se aferra a lo que tiene como lo más importante, como algo sin lo cual no podría vivir…Está ahí el origen de su ceguera. Finalmente, si seguimos escarbando, llegamos a la soberbia, al orgullo…El querer ser como Dios, y estar por sobre todo, sobre el dolor, la pobreza, la injusticia, el hambre y cuanta necesidad agobia a nuestros hermanos. El estar por encima de todo e indiferente a todos. Ese es el gran pecado del que todo lo tiene: la idolatría. Vale más todo lo que tiene que su vida misma…o al menos eso es lo que cree, por ello no está dispuesto a ceder un centímetro. Por eso este Dios, este “miserable” no puede ser su Dios, el Mesías, el Salvador. Un zarrapastroso de Galilea no puede ser el Salvador.
Sus corazones ya estaban cerrados completamente. Vino la luz, pero no quisieron verla, prefirieron caminar en la sombra. Eso es todo. Así de simple.
Oremos:
Señor, no permitas que nos ciegue el poder, la vanidad, la riqueza, la comodidad. Que no prefiramos las sombras a tu luz. Que entendamos que es a través de nuestros hermanos que llegaremos a ti y que por tanto no podemos descansar mientras haya hambre, miseria e injusticia. Amén.
Que no reclamemos privilegios para nosotros, sino que seamos humildes siervos tuyos siempre, donde nos toque servirte.
Roguemos al Señor…
Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)
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