Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

domingo, 29 de marzo de 2009

Reflexión: Jn 12,20-33


Como muy pocas veces en los evangelios, encontramos a un Jesús cuya situación emocional me conmueve. No se describirla. No es preocupación lo que tiene. Es quizás algo de ansiedad por la hora que sabe llega. Él mismo lo dice: “Ahora mi alma está turbada”. Aquí nos revela su naturaleza profundamente humana. Pero acto seguido nos muestra la fortaleza, el valor y la firmeza de quien desde siempre supo cual era su misión, y no la abandona, ni la abandonará hasta el fin. “Y ¿qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre, glorifica tu Nombre”.

Para dar frutos debemos ser capaces de llegar hasta el extremo. Sólo se da frutos muriendo. Debemos amar tanto, vivir tan intensamente, afrontar tan decididamente nuestra misión, que en su cumplimiento se nos vaya la vida. No debe haber ningún obstáculo que nos lo impida, que nos amilane, pues aun la muerte misma podrá hacernos nada, si estamos decididos. Además, el que muere empeñado en su misión, el que da su vida por ella, ese dará mucho fruto.

Tenemos que desinstalarnos, dejar la comodidad, dejar la autosatisfacción personal…la búsqueda constante de gratificación, de premio, de descanso, de comprensión, de misericordia, de compasión…Enfrentemos con valentía y decisión nuestra vida…¡Hagámonos cargo de las riendas y conduzcámosla por el camino que se nos ha señalado, sin temor, confiados en Jesús, que el sabrá darnos el coraje y fortaleza en los momentos difíciles, porque Él ha vencido al mundo y esa es nuestra mejor y mayor garantía que finalmente habremos de llegar a aquello que terminará por dar sentido a nuestra vida: los frutos.

Estamos llamados a dar mucho fruto. ¡No nos corramos de ello! Enfrentemos cada situación que nos toca, con la frente en alto y con el valor que proviene de Dios. ¡Al llegar el puente, lo cruzaremos!


Oremos:

Señor, danos el valor y decisión que hoy nos muestras, para seguirte por encima de todo, siempre fieles, leales y enérgicos. Sabiendo que la misión que Tú nos has deparado es muy alta, está por encima de todo y la lograremos si con sencillez y coraje alcanzamos guiar a alguno de los hermanos que nos has puesto en el camino. ¡Que no flaqueemos, Señor! ¡Fortalece nuestro espíritu! ¡Que no nos contentemos, que no nos demos por vencido, que perseveremos!


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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