Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

domingo, 5 de octubre de 2008

Reflexiones: Mt 21, 33 - 43

Mt 21, 33 - 43

Hemos recibido un encargo. Todo ha sido cuidadosamente planeado, previsto y preparado. Todo está listo. Lo único que hace falta es que actuemos responsablemente, coherentes con el encargo. No somos dueños de la viña. La hemos recibido con el encargo de cuidarla y hacerla fructificar. Pero no podemos perder de vista que se trata de un encargo y que, tomada nuestra parte, nuestra paga, debemos hacerla producir para el dueño.

Está claro. Tenemos una misión. No podemos desentendernos de ella y mucho menos pretender ignorar o evadir al dueño, al que nos la ha conferido, como si pudiéramos ignorarlo. A la larga o a la corta, Él vendrá a pedirnos cuentas. ¿Qué le diremos? ¿Osaremos matar a sus enviados y por último trataremos de matarlo a Él mismo en vez de darle lo que le corresponde?

¿Por qué no poner en orden nuestras vidas ahora que podemos, llevando las cuentas claras, para que llegado el momento no tengamos nada que ocultar, nada de qué avergonzarnos? Y si hemos hecho mal…¿por qué seguir metiendo la pata? ¿No podemos arrepentirnos y cambiar? El problema no está en caer, sino en no levantarse. El Señor nos perdonará y acogerá con los brazos abiertos.

“La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular”, ojo con estas palabras, que es posible que el dueño no sea a quien estamos mirando, privilegiando y rindiendo pleitesía en nuestras vidas. ¡No nos equivoquemos! Es Jesús nuestro Señor, aquel a quien debemos seguir, a quien debemos servir. Y Él no vive precisamente en un palacio, ni asiste posiblemente a nuestro club. Tenemos que hacernos como niños para entenderlo, verlo y seguirlo.
¿A cuántos cobradores nos habrá enviado el Dueño de la Viña a pedir su parte, a cobrarnos lo que le corresponde? No lo nuestro, sino sólo lo que le corresponde ¿Y qué habremos hecho con ellos? ¿Los habremos ignorado? ¿Los habremos condenado? ¡¿Los habremos matado?!

Oremos:

Señor, permítenos enderezar nuestra vidas; que fructifiquen abundantemente.

Que actuemos con desprendimiento, compartiendo todo cuanto tenemos, con aquellos que nos lo piden…No sea que seas Tú que vienes por tu parte y te la neguemos.

¿Quiénes somos nosotros para guardar y atesorar lo que no es nuestro, en contra de tu voluntad? Si Tú lo quieres, si Tú lo pides, si Tú lo necesitas, aquí lo tienes Señor.

Haznos libres. Que no nos ate nada más que el deseo de servirte, de darte todo lo que somos, cuando lo pidas.

Danos la alegría de compartir, la alegría de dar. Que encontremos alegría y felicidad en dar, antes que en tener, que en atesorar.

Sí, sabemos que Tú nos darás ese consuelo, pero inspíranos y danos el valor de dar el primer paso.

Perdón Señor, por todas las veces que te hemos fallado; por todas las veces que hemos guardado tanto innecesariamente, sólo por el placer y el gusto de tener. Atesorar y atesorar ¿para qué?

Danos una vida austera Señor. Que sepamos seguirte desde nuestra pobreza, como el gran Francisco de Asís.


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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