Roguemos al Señor - últimas reflexiones

Aldila - Oficial

lunes, 23 de febrero de 2009

Reflexión: Mc 9,14-29

Mc 9,14-29

Otra vez estamos ante un milagro público. Se ve que los discípulos habían tomado la posta mientras él se había alejado. ¿A dónde fue? ¿Dónde estuvo? Sólo se lee que “bajo de la montaña”. Al parecer, era la costumbre del Señor. Alejarse y subir a la montaña a orar. Podemos presumir que eso es lo que estuvo haciendo, cuando encontró a sus discípulos en difícil trance: no podían curara al enfermo que les habían traído. Por fortuna llegó Jesús y se interesó en el tema.

Luego de oír la explicación, el Señor se propone curarlo. Es importante la aclaración que hace el Señor al padre del muchacho: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!». El milagro se da, si tenemos fe. Somos nosotros los que debemos cambiar, los que debemos creer. Sólo entonces podemos alcanzar lo que pedimos, lo que nos proponemos.

Sin embargo hace falta algo más. Es preciso implorar la intervención Divina. Para ello hay que orar a Dios Padre, puesto que es en realidad Su intervención la que hará posible la expulsión de los demonios. Es preciso, entonces, no solamente querer, aunque es necesario. Tampoco basta creer, tener fe. Debemos orar, ponernos en Sus manos; suplicar que se haga su voluntad.

La oración produce una actitud especial en quien la realiza. Orar es hablar con Dios. Pero para oírle, hay que acallar por dentro y por fuera todo aquello que nos inquieta, que perturba, que nos quita paz. Fe y oración deben acompañarnos siempre.
Oremos:
Señor, danos fe, como un grano de mostaza para poder hacer tu voluntad y llevar tu palabra a todos nuestros hermanos.

Seremos capaces de actuar como tú, en tu ausencia física sólo si tenemos fé y llevamos una vida de oración. Haz que así sea, Señor.

El que ora no es soberbio; sabe que depende en última instancia de la voluntad Divina, la cual tiene obligación de escudriñar en cada acontecimiento. Haznos dóciles a tu Espíritu y proclives al diálogo permanente con Dios. Decía San Agustín: “La oración es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios”


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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