Roguemos al Señor - últimas reflexiones

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jueves, 26 de febrero de 2009

Reflexión: Lc 9,22-25

Lc 9,22-25

Jesús insiste por estos días en hacer notar a sus discípulos que tendrá que sufrir mucho, que tienen una Misión que lo llevará a la reprobación de todos aquellos considerados sabios, de todos aquellos que cuentan con prestigio frente al pueblo y que incluso será matado…Hasta ese extremo habrá de llegar. No se trata pues de pasar solamente un mal rato, es que acabarán con él, o por lo menos eso será lo que pretenderán. Sin embargo no podrán, porque finalmente resucitará, con lo que sellará definitivamente su triunfo sobre la muerte y el pecado.

Es decir que la razón de su sufrimiento, la razón de su predicación, la Verdad de su mensaje queda confirmada con su resurrección. Y todo ocurre conforme estaba escrito.

Esto es lo que ocurrirá con Jesús. Este es el ejemplo. Entonces, nosotros ¿Qué debemos hacer? Pues, seguirlo, como nos dice Él mismo, llevando nuestra propia cruz.

¿En qué consiste el seguimiento de Jesús? Es todo un cambio de actitud, todo un salto que debemos dar. No se trata de cuidarnos, de procurar no molestar a nadie, de conformarse con todo y sobre todo de no hacer olas para salvar nuestro propio pellejo. Se trata de poner en juego nuestra vida, si es preciso, por la verdad, porque sólo si eres capaz de perder tu vida por los demás la salvarás. En cambio si te empeñas por no sufrir, por pasar incólume, sin rasguño, pues lo que habrás logrado finalmente será perder tu propia vida. Y ¿Qué hay más importante que la vida misma?

Se trata de toda una filosofía, de todo un modo de afrontar y ver la vida, dando por sentado que primero y antes que nada están nuestros hermanos, están los demás. Este es el verdadero significado de la palabra: amor. El que ama verdaderamente, como lo manda Jesús, tiene un programa en el que su nombre figura al final. Es como el capitán del barco que se hunde, que sólo saltará cuando haya terminado de salvar al último.



Oremos:

Señor, danos el valor para ir y salir siempre en pos de la verdad. Que no nos escondamos, que no huyamos buscando nuestra protección, sino antes bien, que estemos dispuestos a sacrificarnos por ella, sabiendo que ello será la salvación de muchos o aun cuando sea de uno.

Haznos capaces de amar verdaderamente. Que dejemos el egoísmo, la comodidad, el hedonismo y sobre todo el engaño del demonio, que en nuestras mentes trata de justificarlo todo, usando argumentaciones de todo tipo, con tal de no comprometernos, de librarnos del dolor y del sufrimiento. No somos masoquistas, pero no podemos ir por la vida engañándonos, pensando que podemos pasar sin sufrir, cuando hay tantos millones de hermanos nuestros que padecen mil penurias cada día.

Haznos sensibles al dolor y al sufrimiento de nuestros hermanos, sobre todo de los que tenemos alrededor nuestro. Quita de nosotros la indiferencia.


Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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